Se encuentra en la cumbre de la Sierra Jarameña o de Almenara, a 1.014 m de altura, lo que le da un dominio óptico del entorno circundante realmente impresionante. Pues desde el castillo se divisan con facilidad las localidades de Tarancón, Quintanar de la Orden, Belmonte, Uclés, Segóbriga, Carrascosa del Campo, Huete y Horcajada de la Torre. Incluso en días claros se aprecia la Sierra de Guadarrama y Alcázar de San Juan. Existe una pista forestal que llega hasta el mismo edificio, pero su pésimo estado aconseja dejar el coche junto a las antenas del cerro previo o, incluso, en la ermita de la Misericordia. El resto mejor hacerlo andando. La sierra Jarameña fue frontera entre el concejo de Uclés y Alarcón. La vertiente oriental pertenecía a Alarcón y la occidental a Uclés. Y el castillo quedaba en medio.
Tras peligrar su estabilidad después de siglos de abandono, entre los años 1985 y 1986 tuvo lugar una primera intervención que consistió en la consolidación de los elementos más precarios, junto con un desescombro general. Entre 2020 y 2021 se realizó un nuevo proyecto con el objetivo de ir devolviendo a esta fortaleza su pasado esplendor y acondicionar el edificio para su visita turística. Este proyecto, liderado por José Martínez Peñarroya y Consuelo Vara Izquierdo (www.castillodealmenara.com), no es más que el principio de un largo camino que, sin saber cuándo finalizará, seguro hará que nos sintamos orgullosos de su faraónica obra, una vez pueda admirarse este magno castillo, en todo su esplendor .
El castillo, por motivos de seguridad, permanece cerrado al público. No obstante, tienen lugar algunas visitas guiadas varias veces al año.

Flanco meridional.


Con la población de Puebla de Almenara a sus pies.
Castillo roquero de planta irregular con, tradicionalmente, tres recintos, aunque a nosotros nos parecen dos, pues el recinto intermedio tan solo es una pequeña prolongación del recinto superior. A pesar de que fue construído en varios siglos, presenta una fábrica de mampostería bastante homogénea en todo el castillo, con sillares en los ángulos.
El recinto superior, además de albergar los restos más antiguos, era la zona de residencia y servicios. Su puerta está encarada hacia el Sur, dando entrada a un pequeño patio desde el que se distribuyen varias estancias, como las caballerizas o las habitaciones superiores a través de una escalera de caracol conservada en parte. Existen cuatro recintos abovedados bajo el patio central que rodean el aljibe tradicionalmente considerados como caballerizas, aunque se ve claramente que por su estrechez no caben los caballos. En la pared opuesta a la del aljibe se encontrarían los pesebres y los animales recibirían luz y ventilación gracias a ocho lucernarios enrejados con salida al patio, dos por lado. Según las relaciones topográficas de Felipe II tendrían capacidad para 100 animales. El patio estuvo empedrado y porticado, sustentada su cubierta por columnas. En el centro del patio se encuentra el brocal del aljibe, por el cual se llenaba. También quedan restos de canalizaciones de cerámica que recogía el agua de lluvia de los tejados. El aljibe tiene una bóveda de medio punto y una altura aproximada de cinco metros. Todo el aljibe está cubierto por una sustancia rojiza impermeabilizante empleada por los árabes. Al Oeste del patio enlosado se sitúa una amplia sala de yeserías, sala rectangular con el eje mayor en dirección Norte-Sur y a la que se accedía desde el patio. Recibe su nombre de los frisos renacentistas hallados en ella.


A la izquierda, entrada al recinto superior. Y a la derecha, la entrada del recinto medio. En ambas han sido expoliadas las dovelas de sus arcos.


Dos de las salas abovedadas consideradas tradicionalmente como caballerizas, aunque son demasiado estrechas para albergar caballos.


Algunas de las hornacinas que, en gran número, se disponen en torno al patio. Se desconoce su función, pero bien pudieran ser armeros.

En la esquina se encuentra la escalera de caracol, con algunos de sus escalones expoliados.

Soporte de hierro que sujeta esta estructura abovedada.
El aspecto del interior del recinto superior es desolador.


Recinto superior visto desde el Este.

Interior del recinto superior.

Horno.

El recinto medio es de muy reducidas dimensiones. Parece tan solo un ensanchamiento hacia el Sur del recinto superior. Posee restos de almenas. Al arco de entrada le han expoliado sus dovelas pero en las reparaciones del año 2021 lo han consolidado para evitar que se caiga, a la espera de la colocación de un futuro dovelaje. Tanto este recinto como el superior fueron edificados a inicios del siglo XIV, cuando el infante don Juan Manuel (1282-1348) era Señor del castillo y otorgó la carta-puebla a la villa de Almenara en 1332.

Entrada al recinto medio.

Recinto medio visto desde el Sur.


Imagen oriental del castillo, desde las antenas donde aconsejamos dejar el coche.
El recinto inferior es una espléndida barrera artillera que rodea al resto en todo sus frentes excepto en un pequeño sector occidental en el que los muros apoyan directamente sobre las rocas verticales. Se levantó por orden del cardenal don Pedro González de Mendoza a finales del siglo XV. Se trata de un sólido muro en el que se alternan los cubos semicirculares y cuadrangulares. Destaca entre ellos, el cubo situado al Sureste, con una curiosa planta pentagonal. La puerta del recinto es la misma puerta del castillo, en recodo, y situada en un gran cubo cuadrado situado al Noreste, aunque está tapiada desde hace varios siglos y apenas se aprecia. La puerta actual, al Este, no es más que un boquete en el muro aprovechando la cámara de tiro de una tronera. En el cubo circular oriental se dispone un pequeño escudo de armas atribuído a la familia Mendoza, aunque está muy desgastado y nada se aprecia de su interior. Tanto el muro como los cubos cuentan con abundantes troneras. En algunos puntos se pueden observas aspilleras de cruz y orbe que fueron habilitadas durante la reparación del año 1985 no sabemos con qué fin.

Soberbio frente Sureste, con la torre pentagonal.

Actual puerta de entrada.

Frente meridional, protegido por dos grandes cubos circulares.


Frente meridional visto desde el interior del patio. Los muros de la derecha pertenecen al recinto medio.
Desplomado sector Suroeste.


Cubo oriental. Quedan vestigios de cañoneras. Se aprecia en su muro el pequeño escudo heráldico.


Otra vista del interior del muro meridional.
Bóveda de la torre pentagonal.


Interior del muro oriental.
Su origen es un tanto controvertido a la par que legendario. Posiblemente ya existiera en este lugar un castillo o, cuanto menos, una torre musulmana. Hay algunos autores que aseguran que su construcción se debe a Álvar Fáñez, sobrino del Cid (siglo XI), mientras que otros indican que fue levantado en 1119 por Alfonso I el Batallador, de Aragón, por ser zona fronteriza. Las dos opciones parecen bastante improbables. Lo que sí parece muy posible es que el castillo o atalaya de Almenara, participara de una manera activa en la batalla de Uclés, (1108) gracias a su posición y cercanía a Uclés y que no pasara desapercibida para Alfonso VI. También se cree que este rey habitó el castillo utilizándolo como base de operaciones en sus ataques a los almorávides. Una vez que el frente Toledo-Cuenca se estabilizó tras el fracaso del asedio de Huete en 1172, la conquista de Cuenca en 1177 por Alfonso VIII y la batalla de las Navas de Tolosa (1212), el castillo fue perdiendo su carácter fronterizo.

Cámara de tiro de una tronera, similar a la que se abrió la puerta. La aspillera de cruz y orbe es un añadido moderno.


Puerta original del castillo, en recodo y tapiada desde antiguo.
Parte superior del gran cubo que alberga la puerta original.


El cubo que alberga la puerta cuenta con unos torreoncillos en sus vértices.

Frente septentrional.

No hay más noticias hasta que en el siglo XIV aparece como posesión de don Juan Manuel, quien dio la carta puebla al municipio para su repoblación el 22 de marzo de 1332. Y también fue el constructor de los dos recintos superiores. Don Juan Manuel se rebeló contra Alfonso XI y esté le confiscó los señoríos, que pasaron a manos de Vasco Rodríguez de Cornado, maestre de la Orden de Santiago el 17 de noviembre de 1336. Alfonso XI ordenó en 1337 al maestre de la orden que reparara el castillo de Almenara, bien por hallarse en ruinas o por haber sufrido daños durante las guerras nobiliarias. Hacia 1370 estaba en posesión de don Rodrigo de Cervera quien quiso cobrar por segunda vez los diezmos abonados al marquesado de Villena. Enrique III se vió obligado a intervenir dando la razón a sus habitantes, pero confirmó la propiedad de Rodrigo de Cervera. No obstante este señor acabó vendiéndolo al doctor Pedro Sánchez de Peralta quién fundó un mayorazgo en 1408.
Muro y cubo Norte.


Cubo Norte.

Cubo Norte.
Bóveda del cubo Norte.


En 1480 aparece como señor del castillo Juan de Heredia. Ese mismo año se constituyó un pleito contra Pedro de Carvajal, quién teniendo la encomienda de Almenara, la vendió a la duquesa de Plasencia después de robar todo lo que había en ella. Perteneció más tarde a los Mendoza, ya que fue comprado el 13 de octubre de 1487 por el cardenal Pedro González de Mendoza a María de Peralta y su esposo Juan de Heredia. Se pagaron cuatro millones de maravedíes. En 1489 el cardenal fundó un mayorazgo a favor de su hijo don Diego Hurtado de Mendoza, años más tarde conde de Mélito. Durante 1491 y 1492, se reformó el castillo por orden de cardenal Pedro González de Mendoza siendo su maestro de obras Alberto de Carvajal junto a Juan de Tavernillas, Diego de Espina y Juan García de Praves. Es cuando se levantó la barrera artillera. Así sobre la torre oriental aparece un escudo de armas atribuído a la familia de los Mendoza. Don Diego Hurtado de Mendoza primer conde Mélito, Virrey de Valencia y señor de Almenara era poseedor en Almenara y su término de la fortaleza, de la villa, su jurisdicción, una dehesa, dos huertas, unas casas y tres heredades de pan llevar. En 1585, Felipe II convirtió el mayorazgo en marquesado a favor de don Diego de Mendoza y Manrique de Luna. Y después perteneció a su hija, la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza y de la Cerda. Esta señora transformó el castillo en residencia palaciega


El frente occidental aparece derruído en diversos puntos.

En 1612 ya existe un documento en que se hace referencia a la ruina del castillo. En 1812 el cuerpo de Estado Mayor del Ejército a través de don Simón Vall realiza un plano del castillo, anotando que es la parte exterior la mejor conservada pero identificando un torreón de 100 pies con una escalera de caracol que amenaza ruina y describe ya el aljibe lleno de escombros pero profundo. Hasta finales del siglo XIX permaneció en el patrimonio de la familia Mendoza y posteriormente en la de Osuna y es utilizado como cantera de material de construcción. Desde el siglo XIX el castillo se encuentra en manos de la familia Vara.
Frente occidental, apoyado directamente sobre las rocas.

En los años 1985 y 1986, se realizaron obras en el castillo que consistieron en el desescombro del área central, la consolidación y reconstrucción de algunos paramentos y la excavación de cinco catas de sondeo arqueológico. En al año 2020 mediante un convenio con la diputación de Cuenca, el castillo se limpió y aseguró, haciendo posible su visita. Además de una campaña de excavación arqueológica, se ha intervenido sobre algunos paramentos del primer y segundo recinto, así como la instalación de escalera y pasarela metálica en parte del adarve de la barrera artillera.
