Castillo de Alhama

El castillo se encuentra sobre un escarpado cerro que domina la localidad desde el Noreste, a 285 m de altura. Su color claro contrasta con el fondo rocoso más oscuro, por lo que es visible desde gran distancia. Es un lugar muy estratégico pues al mismo tiempo que controla el paso por el valle del Guadalentín, a sus pies, manaba una importante surgencia de aguas termales utilizadas desde la antigüedad. Se llega hasta su entrada caminando entre las callejuelas del Noroeste.

En el momento de nuestra visita (octubre de 2023) estaba totalmente en obras. Obras que comenzaron en 1985 de forma intermitente y que está prevista su finalización en el año 2024. El castillo llegó a estar muy maltrecho y es muy loable la labor y el interés llevados a cabo por parte del ayuntamiento para su recuperación.

Imagen tomada desde el Suroeste. En primer término aparece el muro del albácar y detrás, la celoquia. También se aprecian los andamios y una de las dos grúas-torre.

Frente Norte.

 

 

 

Puerta de la celoquia o recinto superior, semioculta por los andamios. Se ha construído el muro del albácar a modo de contrafuerte para contrarrestar las inquietantes grietas que se han abierto aquí.

Castillo roquero de planta irregular adaptada al espacio disponible sobre las rocas, con dos recintos bien diferenciados. Un recinto superior (celoquia) destinado a albergar tanto a la élite político como militar; y un recinto inferior (albácar), más grande, destinado a la población y sus enseres, incluídos los ganados. El castillo de Alhama ocupa un área aproximada de 3.700 m2, correspondiendo a la celoquia 1.125 m2. Su planta es bastante irregular, como ya hemos indicado antes, y orientada del Noreste al Suroeste, con una longitud de 153 m y una anchura muy variable.

La celoquia se sitúa al Norte del conjunto y se accede a ella por una única torre-puerta desde el interior del albácar. Esta torre-puerta se apuntaló al aparecer unas grandes grietas y se construyó un aparatoso muro en su esquina occidental para evitar su posible desplome.

En el punto más alto del castillo se encuentra la torre del Homenaje, de planta ligeramente trapezoidal y una altura de 23 m. Su interior se divide en tres plantas, y sobre ellas la terraza. En la primera planta, los muros interiores se decoran con estucos y pinturas al fresco que están siendo restaurados y no es posible observarlos (octubre 2023). Se trata de un interesante conjun­to de pinturas murales con motivos geométricos, vegetales y figurados correspondientes a los siglos XIV y XV, vinculadas posiblemente, a las refor­mas de la familia Fajardo. Destaca en el centro de la pared prin­cipal, una figura humana con una fuente a la derecha y un cáliz a la iz­quierda que se interpretan como los sacramentos de la eucaristía y del bautismo, iconografía cristiana que sugiere la existencia de una capilla. La cubierta estaba formada por una gran bóveda ojival, sostenida por dos arcos apuntados, de los que sólo se conservaba uno completo. La segunda planta conserva aún los muros desnudos, sin vanos. Sobre esta planta debía de haber otra de la que no se conservaba nada más que sus muros. Por último estaría la terraza, con las típicas saeteras y almenas. Cerca de la torre existe un depósito de agua con forma rectangular.

Antes de la restauración.

 

 

 

Impresionante frente occidental de la celoquia.

El albácar se localiza al Sur, con planta bastante alargada. Estaba destinado al refugio de la población, sus enseres y ganados. Tan solo cuenta con muralla en su flanco occidental, ya que en la parte oriental los cortados rocosos caen a pico hacia el pueblo y no eran necesarias defensas. Se han conservado restos de numerosas viviendas en su interior. Su entrada, situada al Oeste, es del tipo recodo simple, aunque está protegida por un cubo previo. En algunos puntos la muralla cuenta con 12 m de altura.

Ambos recintos se levantaron con varias técnicas constructivas, en diferentes épocas. Entre ellas destaca la mampostería trabada con argamasa de cal, utilizada en los muros; el encofrado calicastrado, capas de tierra y mortero de cal mezcladas, que se utilizó para toda la parte superior; el encofrado de calicanto con piedras unidas con argamasa, que se usó para los muros del alzado; la sillería se usó en los arcos; y el encofrado de tierra se utilizó para construir la muralla.

Puerta de entrada al albácar y al castillo. En el momento de nuestra visita estaba en pleno proceso de restauración.

 

 

 

Sector del muro del albácar una vez ya restaurado.

El castillo en 1960. Imagen extraída de la web:”turismoregiondemurcia.es”.

Fortaleza de origen islámico, de los siglos XI y XII. A mediados del siglo XII, hacia 1.150, el geógrafo ceutí Al-Idrisi hizo refe­rencia al castillo de Alhama en el iti­nerario de Murcia a Almería: “el que quiere ir de Murcia a Alme­ría debe pasar por Qantarat Askaba (Puente de Askaba o Alcantarilla), Hisn L.brala (Castillo de Librilla), Hisn al-Hamma (Castillo del Baño Calien­te), y la ciudad de Lurqa (Lorca),…” El nombre de Alhama deriva de la voz árabe al-Hamma, manantial de aguas calientes y hace referencia a sus aguas termales, conocidas desde la antigüedad.

Pero Alhama alcanzó su cénit a inicios del siglo XIII con un gran auge de la población. Durante este período la fortificación se extendía dominando el territorio adyacente y administrando las alquerías cercanas. Con elTtratado de Alcaraz el reino de Murcia se incorporó a la Corona de Castilla. Como resultado, el castillo pasó a ser propiedad del noble castellano Juan García de Villamayor. 

La política castellana fue, poco a poco, intensificando el proceso de ocupación e incumpliendo las condi­ciones pactadas, comenzando un ma­lestar entre la población musulma­na que provocó una conocida rebelión mudéjar en el año 1264. Alhama se vio implicada directamente con esta sublevación, al dar asilo a un convoy granadino de socorro a la capital de Murcia, compuesto de ochocientos ji­netes y dos mil acémilas cargadas de víveres, según relata la Crónica Gene­ral. Este ejército tuvo que replegar­se a la altura de Alcantarilla ante la presencia del rey Jaime I de Aragón, y en su vuelta por el Valle se refugió en el castillo de Alhama. Tras la toma de Murcia, cayeron el resto de fortalezas, entre ellas la de Alhama siendo ase­diada por el rey Jaime I y finalizando con la expulsión de toda la población musulmana.

A finales del siglo XIII, el rey Jaime II de Aragón, aprovechó la minoría de edad del rey Fernando IV, para invadir el reino de Murcia en una rápida conquista militar. El primer asedio al castillo de Alhama del día 1 de junio de 1296, se levantó rápidamente al negociar con su alcaide y aceptar el reconocimiento del rey aragonés. Sería a princi­pios de enero de 1298 cuando, de nuevo, Jaime II sitió el castillo de Alhama, empleando máquinas de guerra y un fundíbulo que lanzaba proyectiles de piedra. Sus impactos se reconocen todavía en la cara Norte de la torre de Homenaje y de los cuales se han recuperado va­rios en el interior del castillo. En el sitio de Alhama participaron entre las tropas, mudéjares y alamines, que vinieron de la zona alicantina y de Murcia. El día 3 de febrero de 1298, el rey Jaime II comunicó en una carta a su aliado Muhammad Boabdil, rey de Granada, la toma del castillo de Alhama.

En el año 1304, en la sentencia de Torrellas, se volvió a hacer el re­parto jurisdiccional de cada reino, pasando Alhama de nuevo a manos castellanas. El castillo quedó muy dañado, por lo que se­ría objeto, en los años siguientes, de reparaciones y de nuevas construc­ciones, entre ellas, una nueva fase de almenas para alcanzar la altura actual que tiene la torre del Homenaje. En 1311, por intereses de la corona castellana, el castillo de Alhama pasó a la Iglesia de Cartagena, en cuya jurisdicción permanecerá hasta el año 1326. Nueve años perteneció el castillo de Alhama al señorío de don Juan Manuel volviendo a realengo en los años siguien­tes, cuando se efectuaron reparaciones en varios castillos, entre ellos el de Alhama en el año 1338. En 1387, el rey Juan I concedió “la tenencia de la dicha villa de Alhama con su castillo e con todos sus térmi­nos…” a Alonso Yáñez Fajardo y sus descendientes, futuros Marqueses de los Vélez. A finales de este siglo XIV se realizó la importante re­modelación de la torre de Homenaje como símbolo del poder señorial y adecuando las tres plantas de la torre a sus nuevas funciones. El día 6 de junio de 1488, el Rey Fer­nando el Católico pasó por la villa camino de Lorca para preparar la campaña de la zona oriental del Rei­no de Granada.

Con el fin de la reconquista y la caída del reino de Granada, el baluarte perdió relevancia de forma paulatina. Esta decadencia tomó más fuerza tras la disolución del carácter bélico del reino de Murcia, ya que la última rebelión de los moriscos se apaciguó en 1571. Hacia 1625 fue abandonado definitivamente. Posteriormente fue utilizado como cantera para obtener salitre y fabricar pólvora en el siglo XVIII.

–Se han realizado actuaciones arqueo­lógicas y de restauración desde el año 1987, que se han enmarcado en un proyecto interdis­ciplinar de recuperación integral del espacio histórico, geográfico, y ar­queológico iniciado a finales de los años ochenta y continuado a partir del año 2000 con Campos de Trabajo y, a partir del año 2004, con el proyecto europeo Castrum. Este proyecto, des­tinado a la recuperación de las for­talezas del valle del Guadalentín, se fue ampliando con nuevas actuacio­nes impulsadas y financiadas por el Ayuntamiento de Alhama de Murcia, la Comunidad Autónoma de Murcia y el Ministerio de Fomento.