El muro conservado visto desde el exterior.
Dominando la entrada al desfiladero del río Alfambra, a unos dos kilómetros del pueblo y junto a la ermita de la Virgen de la Peña. Mantiene contacto visual con los castillos de Jorcas y Monteagudo y con la torre de Ababuj. Para llegar con vehículo es preciso tomar un camino cerca del cruce con la carretera de Camarillas, el cual discurre por encima de la larga loma que corona el pueblo. Después de pasar un comedero de buitres llegaremos a los restos del castillo sin dificultad.
Muy mal estado. En lugar de preservar los escasos restos, en el momento de nuestra visita en el año 2009, se había derribado un tramo del muro para restaurar la ermita.
El mismo muro anterior visto desde el interior del recinto.
Puerta abierta en el muro.
Los restos se limitan a un muro de 35 m. de longitud por 4 de altura, y 1’5 m. de espesor, de piedra sin tallar aunque con las caras planas colocadas al exterior. Este muro protege el flanco más accesible del promontorio. En su interior aparecen montones de escombros, con fragmentos de cerámicas. Al construir la ermita se arrasó con algunos elementos del castillo, como la plataforma de entrada a la fortificación o un torreón que es hoy la sacristía. Conserva una puerta rudimentaria de acceso directo. El resto de la peña está rodeada por el río Alfambra.
Inicio del desfiladero visto desde el Sur.
Posibles aspilleras.
Parece que este lugar estuvo poblado desde el 3.900 al 1.400 a.C. durante la Edad del Bronce, según restos aparecidos en prospecciones arqueológicas. No volvió a contar con presencia humana hasta la Edad Media. A finales del siglo XII se comenzó a erigir en este lugar un castillo como punto de apoyo a la expansión aragonesa hacia el Sur. Así es como nos han llegado los restos existentes hoy día. Probablemente, la fortaleza fue abandonada antes de finalizar su construcción debido a la rapidez con que avanzaba la reconquista.
Lugar donde la sacristía ocupa la oculta torre.
Esquina Norte.
Imponente aspecto del muro.