Castillo de Abanilla

Imagen tomada desde el Sur.

Estuvo situado en una colina de 271 m. de altura denominada Lugar Alto, enclavada en el centro urbano. Es un lugar emblemático entre los naturales desde el que se disfrutan de espectaculares vistas y se tiene una idea del dominio visual que tuvo el castillo. Su acceso es relativamente sencillo tanto por la escalinata como por la c/ Castillo.

Prácticamente desaparecido. Tan solo quedan unos pobres restos al Sureste pero han sido cubiertos con hormigón proyectado para evitar su desplome. Todo el recinto del castillo se encuentra muy alterado por la construcción, en el sector oriental, de un gran depósito de agua que abastece a la población, así como la construcción de un parque público con jardines supuso el allanamiento del recinto de la fortaleza, y cuyo elemento más singular es un monumento de ciertas proporciones dedicado al Sagrado Corazón de Jesús levantado en 1946.

 

 

 

Vertiente oriental.

 

Escalinata de entrada, directamente desde la plaza.

Aunque la ausencia de restos impide confirmarlo, en numerosas fuentes se le considera como una alcazaba. Sea como fuere, parecen distinguirse dos recintos, pues la parte oriental, más elevada y distinguida, puede corresponder a la residencia del alcaide o valí. Presenta planta alargada orientada al Este-Oeste, con 210 m de longitud y unos 50 de anchura máxima, ocupando una superficie aproximada de 8.000 m2. Su entrada original se realizaba por el Norte, desde la actual c/ Castillo, aunque en la actualidad existe en su parte Oeste, una larga y empinada escalinata construida recientemente que comunica el cerro y la plaza de Abanilla directamente. Sólo se conserva un trozo de lienzo de muro, pero se sabe que tenía una mezquita, una aljama en la que se impartía justicia, la maqbara (cementerio árabe), cuevas, en las que vivían los pobladores, una fuente, e incluso una lonja en la que se vendían los productos. El muro conservado presenta unos 20 m de longitud y 6 m de altura, con fábrica de tapial sobre zócalo de mampostería, aunque apenas se aprecia. Se comenta que en la parte opuesta, al Norte y junto a la entrada original existe otro lienzo al que nosotros no tuvimos la suerte de localizar.

 

 

 

 

Explanada superior.

 

 

 

El lienzo conservado.

 

 

 

El lienzo conservado visto desde arriba, cubierto con hormigón proyectado.

 

 

 

En este lado aparecen unas inquietantes grietas.

Hacia el año 713, tras la invasión árabe de la Península Ibérica, Teodomiro firmó con Abdelaziz un pacto de sumisión. Desde ese momento Abanilla pasa a depender de Orihuela en todos los sentidos, como parte integrante de la cora de Tudmir. Tras esta primera fase de convivencia entre visigodos y musulmanes, el territorio es conquistado y anexionado al Califato. Desde el 779 hasta el 1031 permaneció en poder del califa. Al parecer, según los historiadores, a comienzos del siglo XIII, su castillo debía de tener ya cierta importancia, pues aparece mencionado en numerosas ocasiones en la documentación cristiana emanada con inmediata posterioridad a la Reconquista (mediados del siglo XIII). Los escribanos cristianos lo denominaron en sus textos como castro de Hauaniella o castro de Fabanella. La población y su castillo fueron concedidos por Alfonso X el Sabio al noble aragonés don Guillén de Rocafull tras la sofocación de la rebelión mudéjar del Reino de Murcia de 1264. En manos de esta relevante familia quedó Abanilla hasta que, en 1462 pasó a poder de la Orden de Calatrava, cuyo dominio sobre el lugar se extendería de una forma continuada durante cuatro siglos. En 1364 tuvo lugar en este mismo castillo un acto para dar la bienvenida al rey Pedro IV el Ceremonioso, durante su paso por el pueblo. El monarca sólo pernoctó aquí una noche, ya que al día siguiente partió hacia Orihuela. En el año 1503, el Concejo de la Aljama, se convirtió en concejo municipal, el cual, 27 años después, se vio obligado a abandonar la Cámara de la Torre y cambiar de edificio por amenaza de derrumbamiento de uno de los lienzos de la muralla. La desaparición de la tutela de la Orden Militar sobre la villa en el siglo XIX, se tradujo también en el abandono y desmantelamiento de la fortaleza, que ya se encontraba medio derruida a mediados de aquel siglo.

Extremo occidental de la colina.