El alcázar de Al-madinat-Kunka ocupaba un lugar prominente en la ciudad. Actualmente se pueden localizar sus restos en torno a la Plaza de Mangana, plaza situada en una meseta elevada dentro del casco viejo de Cuenca, en cuyo centro se alza la famosa Torre Mangana.
Muy arruinado. Se excavó al completo hace algunos años, por lo que se debe saber muchísimo sobre él. Una vez terminadas las excavaciones se cubrieron los restos con un edificio para su protección. No obstante son visibles a través de grandes ventanales y algunos lucernarios.
Excavaciones del alcázar. Ahora casi todo está cubierto.
Muros del alcázar situados en la calle y plaza del Carmen, donde mejor se puede apreciar su monumentalidad.
El alcázar de Cuenca era un típico alcázar musulmán. Estaba rodeado de un fuerte recinto amurallado independiente de la ciudad, con el que se defendía de un posible atacante exterior o de una sublevación de la propia ciudad. En su interior se encontraba el palacio del gobernador o “wali”, con todos los lujos y comodidades inherentes a su cargo. Además tenía diversas construcciones que cubrían las necesidades de las autoridades y sus familias, como aljibes, mezquita, baños, viviendas, cuadras, espacio para soldados, etc. Se sabe que su muralla se reforzaba con poderosas torres, como la conocida Torre de la Queda. Tuvo dos entradas, una en la actual calle Mosén Diego de Valera y el otro en la Plaza del Carmen.
Muro localizado en la calle del Alcázar.
Por estas amplias cristaleras se pueden observar importantes restos del alcázar.
Otro muro que existe en la calle del Alcázar.
Otros muros de la calle del Alcázar.
Imagen de la Torre Mangana de 1920.
Restos de un torreón cuadrangular en la calle del Carmen.
Torre Mangana: su origen es confuso y existen diversas teorías sobre ella. Que si fue una de las torres del alcázar, que si fue el soporte de una catapulta o si fue el minarete de la mezquita. Sea como fuere aparece ya en un dibujo de Antón Wyngaerde, de 1565, pero rematada con una cruz y una veleta de hierro sobre un chapitel recubierto de hojalata, todo ello obra del rejero Esteban Limosín. Tras la caída de un rayo a finales del XVIII, el arquitecto Mateo López la reparó. En 1926, Fernando Alcántara cambió por completo la fisonomía de la torre. Eliminó el chapitel y colocó un cuerpo de campanas de planta cuadrada cubierto por un cupulín. Además las paredes fueron revestidas con profusa decoración islámica. Y en 1970 sufrió otra reforma a cargo de Víctor Caballero que le dio el definido carácter fortificado con que aparece en la actualidad. Sin tejado y con un potentísimo matacán corrido.