Sobre unas rocas de extrañas formas que afloran en el centro del pueblo. Existe un senderillo que asciende hasta su parte superior pero en el momento de nuestra visita (mayo 2025) estaba muy invadido por vegetación.
Prácticamente desaparecido. Muy escasos restos.


Castillo roquero de planta irregular y pequeño tamaño debido a la peculiar disposición rocosa del lugar. Las rocas tienen formas peculiares y curiosas. Básicamente, forman dos crestones verticales paralelos. En el espacio existente entre ellas, similar a un canal, estuvo el castillo. Incluso aparecen restos de muros encima de la cresta oriental. Entre las dos crestas, en el canal, se aprecian los cimientos de dos muros transversales escalonados. En la cumbre existe una pequeña explanada con un pequeño hueco que podría ser un aljibe. Y en unas rocas hay un alargado banco tallado en la dura piedra. Entre los escasos restos se ven dos muros con sillería.

Muro situado en el extremo Sureste en cuya base han quedado unos sillares.
Banco tallado en la roca.



En la parte oriental de las rocas hay unos pajares con sus eras. Por encima de las rocas se aprecia el muro del castillo y, entre las ruinas, un sector de sillares.
En 1217 Miravete pertenecía a Guillermo de Mendoza. Tres años después lo empeñó al comendador de la Orden del Hospital en Aliaga por 400 maravedís alfonsinos de oro. La pertenencia a la mitra zaragozana se documenta en 1279, en tiempos del obispo Pedro Garcés, si bien en 1280 la iglesia seguía perteneciendo a los sanjuanistas. Entre 1458 y 1461, en tiempos de Juan de Aragón, se acometió una importante reforma en el castillo. Se empezó por obrar y empedrar la entrada del castillo en 1458. Mas tarde llegaron dos maestros picapedreros vizcaínos para realizar un portal de piedra picada en la casa que se estaba obrando en el interior del castillo en 1459. También contó con una iglesia dedicada a San Francisco de la que no ha quedado ni rastro. A pesar de estas reformas, en 1532 ya se comenta que estaba en ruinas.

